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jueves, 26 de febrero de 2015

EL GRAN NEGOCIO. EL COMISARIO DE AGUAS ES NOTICIA: INVESTIGAN EL INFLADO EN 900.000 € DE OBRAS DEL GUADALQUIVIR EN CÓRDOBA.-EL CONFIDENCIAL INFORMA Y MÁS.

El funcionariado fue concebido como un estatuto especial para proteger a los servidores públicos de las decisiones arbitrarias de quienes en cada momento ostentaran el poder. Por este motivo, se trató de reclutar a las mejores cabezas por medio de importantes barreras a la entrada, las oposiciones, a fin de construir una administración pública altamente profesionalizada y que sirviera de contrapeso del poder político y sus urgencias temporales.

La Administración Pública fue concebida para actuar como garante de los intereses generales.

Funcionario es, por tanto, aquél que realiza una función pública y en este sentido, es un servidor de la administración pública para la que realiza las funciones públicas. 

Sin embargo, el estatus de funcionario es disfrutado y ansiado por numerosos colectivos y personas que realizan las más variopintas actividades profesionales y económicas, siendo agraciados por el político de turno con el ejercicio de un poder administrativo que no les corresponde, burlando con ello el interés general, engañando al ciudadano.

El Confidencial nos informa:


1. La Inspección de Servicios del Magrama y la Fiscalía ya han iniciado los primeros pasos para investigar el inflado en las obras de emergencia del río Guadalquivir a su paso por Córdoba, adjudicada a Viguecons Estévez, empresa amiga del comisario de Aguas, Rafael Álvarez Giménez.

2. Fuentes de la Confederación e ingenieros especializados cifran el inflado de esta obra en 900.000 euros.

3. La Fiscalía Superior de Andalucía ya ha recibido escritos de funcionarios, enviados de forma anónima por temor a represalias, en el que se explica con detalle el precio de este sobrecoste.  

4. Los funcionarios denuncian cómo la confederación ha movilizado una inversión global de siete millones de euros para la puesta al día de expedientes, contratando personal externo cuando ese cometido es competencia de los funcionarios a los que se les ha retirado su trabajo. 

Pues bien, 

El Gabinete de Prensa y el Comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ajenos a lo anterior, (nada nuevo bajo el sol), alardean y presumen ante el ciudadano como el Organismo de cuenca está poniendo fin al retraso histórico que existía en cuanto a la tramitación de expedientes gracias al esfuerzo inversor que el Organismo viene realizando con el Plan Hidra en el que se están invirtiendo 30 millones de euros. 

Treinta millones de euros que podían haberse invertido en obras necesarias contra inundaciones y de mejora del abastecimiento, por poner unos ejemplos y no para pagar un trabajo que ya está incluido en los presupuestos generales del Estado como gastos de personal de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.

El despiadado monstruo acuático del inframundo, la Hidra, ha despedazado a los empleados públicos al Servicio de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Sus funciones y el trabajo que les corresponde como garantes de ese servicio público ha sido engullido y se les invita a un "traslado forzoso" si solicitan el derecho a ejercer sus funciones en su lugar de trabajo. 

Esas inversiones, de más de 30 millones de euros, en actividades realizadas por empresas externas y su correspondiente personal externo, que no tienen ni por asomo la condición del ejercicio de un poder del estado, que sin embargo le es otorgado, desvela el abuso perverso del sistema. 

No vamos a entrar en los casos patológicos de los empleados públicos nombrados o enchufados a dedo por todos conocidos que estampan sus firmas para dar validez a esas inversiones sin verificar su realización.

Un capítulo más sobre los continuos desprecios hacia los funcionarios, la Función Pública y la Administración Pública. Acción-reacción de los gestores del Guadalquivir ante la comunicación realizada al Secretario de Estado de Medio Ambiente sobre la negativa del derecho al trabajo que los empleados públicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir solicitan una y otra vez.

Ambas noticias informan de un sobrecoste para las arcas públicas.  

El coste real se ha visto incrementado tanto en la obra de limpieza del río Guadalquivir como en la inversión de 30 millones del alardeado Plan Hidra. En este segundo caso se tira por tierra la capacidad de los empleados públicos de la confederación, a los que se les ha paralizado el trabajo, realizando un gasto desorbitado de 30 millones de euros para la contratación de personal externo, manipulando a la opinión pública sobre la gran inversión realizada. En ambos casos: un ahorro ficticio; Un Gran Negocio.

La inmensa mayoría de los empleados públicos estamos sirviendo a nuestro país con lealtad y dedicación pese a que se nos sustituya. Somos conscientes de que en nuestras carreras administrativas la suerte, la arbitrariedad política y corporativa o el  amiguismo tienen mucha más influencia que el buen hacer o el buen saber.  

Contradicciones constantes. Una manipulación "en toda regla" hacia la opinión pública de los gestores de la Administración. Lenta y larga agonía de los principios en que descansa el Estado de Derecho.
  

domingo, 22 de febrero de 2015

LOS NINGUNOS, LOS NINGUNEADOS. LOS RESPONSABLES DE LOS RECURSOS HUMANOS TÍPICOS CAPATACES DE PEONES DEL SIGLO XIX.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos…Eduardo Galeano (Uruguay 1940).

Los recursos humanos, es decir, las personas que realizan un trabajo dentro una empresa, son el principal patrimonio, precisamente, de esa empresa. Los expertos que analizan el éxito o el fracaso de las empresas establecen que sus administradores no deben despreciar, ni deben desperdiciar este preciado recurso, pues de él depende en gran medida el que esa empresa funcione.

Concluyen estos expertos que si una empresa cuenta con unos recursos humanos adecuados sus gestores cometerían un gran error al infravalorar su importancia, pues incluso la mejor de las ideas sólo sale adelante gracias al trabajo que aportan los miembros del equipo.

Es la cualificación y la capacidad profesional de los trabajadores lo que ayuda a levantar un proyecto y en caso de éxito, lo que le proporciona un valor añadido fundamental.

Al leer esto se puede pensar que es una perogrullada, sin embargo en el caso de la Administración Pública los gestores no son conscientes de la importancia de los recursos humanos propios con los que cuentan.

Una valoración de los recursos humanos de una empresa privada suele hacerse en términos de costes versus beneficios.

En la Administración Pública el recurso humano propio y garante del servicio público es un gasto, como se constata en los presupuestos anuales, Capítulo 1: "Gastos de Personal". En la Administración Pública se considera una inversión contratar servicios con empresas externas, por ende recursos humanos externos, para realizar los trabajos que deben ser realizados por el personal propio de la administración.

Motivar al trabajador en la empresa privada casi siempre resulta más sencillo que en la Administración Pública. En primer lugar, porque está en juego el puesto de trabajo, ya que si el trabajador piensa que haciendo bien las cosas tiene más posibilidades de continuar en la empresa, se esforzará más; también es sencillo incentivar vía mejora económica.

En la Administración Pública, los empleados públicos tienen, de momento, su estabilidad laboral asegurada, y la vía de los incentivos económicos está muy limitada. Es por ello que la motivación ha de llegar por otros caminos; a través de una estructura organizativa clara; mediante la cercanía y el reconocimiento del político de turno; además se ha de respetar el trabajo y las iniciativas de los empleados públicos y por supuesto el entorno de trabajo ha de ser lo más agradable posible.

La primera finalidad de una empresa o de un empresario es ganar dinero, la de la Administración Pública es y debe ser la prestación de servicios. Esto no significa olvidar la eficiencia, que debe siempre estar presente en la gestión pública, pero el funcionamiento ha de ser distinto al de la empresa privada, ya que los objetivos lo son.

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir no es una empresa privada y en ella existen personas que deben considerarse profesionales: los empleados públicos a su servicio.

La labor de los empleados públicos en el seno de las Confederaciones Hidrográficas es fundamental para llevar a cabo las funciones que les han sido encomendadas. Sin un control efectivo, una tutela permanente y vigilancia organizada es completamente impensable la práctica de una política de aguas eficaz. Estos empleados públicos, profesionales, son justamente los garantes de esos derechos. 

Hace tiempo ciertos políticos hablaban ante los medios de comunicación ensalzando la labor de los empleados públicos del Guadalquivir, "hombres y mujeres que han dedicado su vida, con total profesionalidad, al empleo público, es, precisamente, que ahora se encuentran en una absoluta indefensión y temen por el desarrollo de su labor e incluso, por sus propios sueldos y puestos de trabajo”.

El tiempo transcurrió y actualmente esos hombres y mujeres se sienten absolutamente "ninguneados" por parte de aquellos que gestionan la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, por parte de aquellos que elogiaron su trabajo, "no nos contestan a ninguno de los escritos que enviamos y no cuentan con nosotros, cuando somos empleados públicos del Organismo". "Llevamos años denunciando como se otorgan nuestro trabajo y funciones a trabajadores y empresas externas, pero no nos hacen ni caso", "pedimos trabajo y nos lo niegan".

Se ha recibido un documento que parece ser se ha remitido al Secretario de Estado de Medio Ambiente. De nuevo se pone en conocimiento del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente un grave problema: La negativa del derecho al trabajo que los empleados públicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir solicitan una y otra vez y que los gestores del Guadalquivir menosprecian, optando por convenios de colaboración con filiales de Tragsa y diversas empresas externas para trabajos de carácter jurídico, administrativo y técnico que requieren potestades públicas y la garantía de una política de aguas eficaz.
No nos queda otra que pensar que, en el fondo lo que ocurre, además de la cercanía a una posible privatización, es que muchos de los responsables de estos Recursos Humanos no han dejado de ser los típicos capataces de peones del XIX

Refrán del día: Uno corre tras la liebre y el otro, sin correr, la alcanza.